Harapiento
Sus ojos ya no lo
veían, piensa sentado sobre el cordón de
la vereda melancólico. Un andrajo o tal
vez más, la delgada línea. No había nadie más que él, nada le importaba excepto
ella. Sabe que ya nunca volverá a ser lo que era o lo que era nunca volverá a
ser. Eran sus propios ojos los que ya no veían.
Crédulo
Sale desde la
palma de una mano y ya no hay vuelta atrás. Gira como un trébol de cuatro hojas
y destruye como un torbellino de espejos rotos. Tiene seis caras, blancas y negras, pero solo
una te mirará de frente. Conoces cada una de ellas, al enfrentarse dicen siete,
sabes que nada podrás hacer al respecto. Dejó de girar y detrás de un punto
oscilaba la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario