La verdad no soy muy amante de la lectura, pero si tengo muy buenos recuerdos relacionados con ella. Según me cuenta y un poco me acuerdo cuando era chica me encantaba leer, me sentaba sola en rincones y me devoraba libros, de chicos, pero libros al fin.
El primer libro que recuerdo haber leído fue "Estrafalario", me encantaba, lo leía siempre que podía es el día de hoy que lo sigo conservando.
La verdad no suelo prestar libros, tengo un gusto que no a mucha gente le gusta, amo los libros policiales, suspenso y terror. Los dos escritores que mas me gustan son Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle. Por otro lado, me gustan mucho los libros de matemática principalmente "Matemática estas ahí?" de Adrian Paenza.
Si hay algo que no me gustas es que me obliguen a leer, y mas si son libros que no me atrapan en absoluto. Los libros para que me gusten tiene que ser atrapantes y dinámicos. Hay muchos libros que nunca pude terminar de leer, por ejemplo "El diario de Ana Frank" y "1984".
Mi lugar de lectura favorito es mi cama, me siento cómoda y liberada, eso de sentarme en sillas no me entretiene me aburre.
Cuando leo normalmente es porque me intriga el libro.
domingo, 31 de marzo de 2013
Un viaje hacia mi propia mente-Delfina Candi Tormos
"¿Qué es un libro?" Es algo que no solemos preguntarnos ya que no le damos mucha importancia, pero si nos ponemos a pensar una respuesta podríamos decir que cada persona tiene su propia conclusión; Para mi un libro es una escapatoria de la realidad, a veces buena, a veces rara o inusuales para nosotros.
Cuando somos chicos solemos elegir los libros de acuerdo a el color de la tapa o la textura que tienen, después de eso no importa la historia en sí, es más como un especie de juguete que un libro. Pero después nos damos cuenta que te dejan enseñanzas y en cierto modo nos "preparan" para cuando seamos mayores, como el cuento "Babau el perrito trabajador", entre otros.
Leí muchos libros de muchos géneros y de muchos autores, algunos por interés y otros porque me obligaban en el colegio, lo cual realmente odio, bueno, en verdad no me molesta leerlo en sí, sino, que me molesta que leer por obligación y en un determinado tiempo. Yo creo que los mejores libros que leí fueron los que encontré en una biblioteca vieja o los que llegaron a mi por una razón X. El libro que más me gustó fue "En la línea recta" de Martín Blasco y a ese le sigue otro que se llama "Face" de Benjamín Zephaniah. El libro "En la línea recta" lo encontré en una biblioteca de mi casa que no sé porqué estaba allí, pero al instante que leí la primera página me atrapó profundamente. El libro "Face" lo leímos en el instituto de inglés al que voy. Suelo leer al rededor de tres libros en inglés por año, creo que leer libros en inglés te abre muchísimo la mente porque aprendes nuevas formas de redacción y bueno, obviamente cultura de otros países.
Por lo general cuando termino de leer un libro lo regalo o lo presto, no me gusta conservar libros que ya leí sólo para demostrar que los leí, no sé si me explico, pero me fastidia ir a la casa de una persona que te muestra su biblioteca y te dice "¿Viste cuantos libros? Y todos están leídos" La verdad no sé porque les parece interesante mostrarle a la gente cuantos libros leyó, es como si quisieran demostrar su grado de cultura o de inteligencia, lo cual es totalmente ridículo. Aparte no me gusta guardarlos y que se me llenen de polvo, sólo guardo los libros que me transportaron de verdad a otro mundo, los puedo llegar a leer dos o hasta tres veces seguidas.
Me encanta regalar y que me regalen libros, lo encuentro totalmente fascinante, porque un libro no se regala o se presta porque sí, quiero decir, la persona sabe que ese libro se puede llegar a relacionar con vos, es como que hay que conocer muy bien a la persona para regalarle un libro, cosa que no muchos pueden hacer.
No suelo marcar los libros, sino que si me gusta alguna frase o escena lo copio en una hoja y luego la guardo o la pongo en mi afiche, ya que si después presto o regalo el libro, me gusta que la otra persona tenga la posibilidad de marcar o hacer lo que ella quiera con el libro, sin que esté atado a alguna frase.
Soy abierta a cualquier tipo de libro, me gusta apreciar cada uno de los libros sin importa de que género sean.Los libros no los elijo de un tema o género específico, es decir, si voy a una librería o a una biblioteca, no voy a una sección determinada, sino que voy leyendo contratapas y si alguno me llama la atención lo compro.
En fin creo que un libro es la manera por la cual aprendemos cosas, y el cual nos lleva a un viaje dentro de nuestra propia mente.
"Martin says to Anthony, ‘It’s not the winning that matters, or even the taking part. For me, it’s the being here. Today I’m the winner.’ " Face- Benjamín Zephaniah.
"Miro adentro y veo que llegó Laura. Me saluda con la mano y le respondo. Hoy voy a besarla y ella lo sabe. Ambos sonreímos. Recuerdo perfectamente a mi padre. Recuerdo cómo se movía, cómo respiraba, cómo era el tono de su voz y cómo se le revolvía el pelo. Apoyo mi mano en el árbol y es como si pudiera verlo. Laura me espera. Voy a entrar. Mi nombre es Damián. El 24 de febrero murió mi papá. Y la vida sigue." En la línea recta- Martín Blasco.
Cuando somos chicos solemos elegir los libros de acuerdo a el color de la tapa o la textura que tienen, después de eso no importa la historia en sí, es más como un especie de juguete que un libro. Pero después nos damos cuenta que te dejan enseñanzas y en cierto modo nos "preparan" para cuando seamos mayores, como el cuento "Babau el perrito trabajador", entre otros.
Leí muchos libros de muchos géneros y de muchos autores, algunos por interés y otros porque me obligaban en el colegio, lo cual realmente odio, bueno, en verdad no me molesta leerlo en sí, sino, que me molesta que leer por obligación y en un determinado tiempo. Yo creo que los mejores libros que leí fueron los que encontré en una biblioteca vieja o los que llegaron a mi por una razón X. El libro que más me gustó fue "En la línea recta" de Martín Blasco y a ese le sigue otro que se llama "Face" de Benjamín Zephaniah. El libro "En la línea recta" lo encontré en una biblioteca de mi casa que no sé porqué estaba allí, pero al instante que leí la primera página me atrapó profundamente. El libro "Face" lo leímos en el instituto de inglés al que voy. Suelo leer al rededor de tres libros en inglés por año, creo que leer libros en inglés te abre muchísimo la mente porque aprendes nuevas formas de redacción y bueno, obviamente cultura de otros países.
Por lo general cuando termino de leer un libro lo regalo o lo presto, no me gusta conservar libros que ya leí sólo para demostrar que los leí, no sé si me explico, pero me fastidia ir a la casa de una persona que te muestra su biblioteca y te dice "¿Viste cuantos libros? Y todos están leídos" La verdad no sé porque les parece interesante mostrarle a la gente cuantos libros leyó, es como si quisieran demostrar su grado de cultura o de inteligencia, lo cual es totalmente ridículo. Aparte no me gusta guardarlos y que se me llenen de polvo, sólo guardo los libros que me transportaron de verdad a otro mundo, los puedo llegar a leer dos o hasta tres veces seguidas.
Me encanta regalar y que me regalen libros, lo encuentro totalmente fascinante, porque un libro no se regala o se presta porque sí, quiero decir, la persona sabe que ese libro se puede llegar a relacionar con vos, es como que hay que conocer muy bien a la persona para regalarle un libro, cosa que no muchos pueden hacer.
No suelo marcar los libros, sino que si me gusta alguna frase o escena lo copio en una hoja y luego la guardo o la pongo en mi afiche, ya que si después presto o regalo el libro, me gusta que la otra persona tenga la posibilidad de marcar o hacer lo que ella quiera con el libro, sin que esté atado a alguna frase.
Soy abierta a cualquier tipo de libro, me gusta apreciar cada uno de los libros sin importa de que género sean.Los libros no los elijo de un tema o género específico, es decir, si voy a una librería o a una biblioteca, no voy a una sección determinada, sino que voy leyendo contratapas y si alguno me llama la atención lo compro.
En fin creo que un libro es la manera por la cual aprendemos cosas, y el cual nos lleva a un viaje dentro de nuestra propia mente.
"Martin says to Anthony, ‘It’s not the winning that matters, or even the taking part. For me, it’s the being here. Today I’m the winner.’ " Face- Benjamín Zephaniah.
"Miro adentro y veo que llegó Laura. Me saluda con la mano y le respondo. Hoy voy a besarla y ella lo sabe. Ambos sonreímos. Recuerdo perfectamente a mi padre. Recuerdo cómo se movía, cómo respiraba, cómo era el tono de su voz y cómo se le revolvía el pelo. Apoyo mi mano en el árbol y es como si pudiera verlo. Laura me espera. Voy a entrar. Mi nombre es Damián. El 24 de febrero murió mi papá. Y la vida sigue." En la línea recta- Martín Blasco.
Historias de libros-Emilia Holstein
Si pienso en libros creo que lo primero que se me viene a la
mente es el desorden de mi cuarto, básicamente porque está lleno de ellos, hay
de muchos tipos y por todos lados, están los que no pude terminar de leer y los
que no empecé, hay algunos de los que ya leí y muchos de los que me da mi
abuela porque dice que “hay algo ahí que seguro me va a gustar”.
Entre el desorden, se encuentra el principito, es uno de los
que más me gustaba cuando era chiquita. En realidad no leía el libro, tenía un
cassette con el libro grabado, así que más que todo me acuerdo de la voz del
lector, aunque cada vez que lo leo me suena diferente. Nunca pude terminar de
escuchar la parte en que la serpiente lo muerde para que pueda regresar a su
planeta.
De cuando tenía como cinco o seis años, también me acuerdo
de “La princesa y el guisante”, que fue el primer libro que leí entero sola,
era enorme para mi…tenía como seis páginas! Hasta tengo presente el momento en
que lo terminé y fui gritando al living que lo había hecho solita.
Creo que es necesario mencionar a María Elena Walsh, que fue
una de las autoras que más leí cuando era chica, aunque nunca les presté mucha
atención a los autores. Tenía un par de ediciones medio arruinadas de “Cuentos
de gulubu” y “Tutú marambá”. Igual, lo que más me gustaba era que me inventaran
historias a partir del personaje de Felipito Tacatun, porque los libros se me
quedaban cortos después de haberlos escuchado tantas veces.
Siempre amé y creo que me va a seguir encantando “Las mil y
una noches”, el librito viejo de mi mamá que tiene los mil y uno, me parecían
geniales las comidas y los títulos de nobleza árabes y toda esa cultura tan
diferente, me encantaban los mercados y que las casas tenían muchos almohadones
y muebles de ebano. También, me interesaban los de caballeros, príncipes y
dragones, aunque entre los libros de mi casa no había muchos, creo que de eso
vi más películas.
En un momento, me fascinaron los policiales y de esos sí que
hay en todos lados, leí de Agatha Christie unos pocos, de Doyle y una seríe que
era de detectives adolescentes que viajaban por la Argentina resolviendo casos.
Además, en ese momento, empecé a aprender inglés y con eso, también a leer un
poco, me costaban bastante pero al final logre entender cómo se resolvían los
casos.
Nunca tuve un autor favorito, aunque le agradezco a muchas
personas por algunas de sus obras, eso también debe ser porque nunca leo mucho
de la misma persona y tampoco me acuerdo de los autores generalmente. Hasta hace poco pensé que tampoco tenía libro
favorito, el último era casi siempre el mejor, pero este verano conocí a “La ladrona de libros” de Mark Zusak (de este si me acuerdo), tarde mucho en
terminarlo y lloré mucho en el proceso. No lo volvería a leer igual, me gusta
como lo recuerdo, me encantaba que tuviera un narrador tan extraño y los puntos
de vista desde los que contaba la historia, me gustaba que los que siempre son
los malos se humanizaran un poco y que naturalizara tanto algunos aspectos de
la vida y la muerte. Es un libro que recomendaría, pero todavía no encontré
alguien que lo pueda apreciar del todo.
Algo que tampoco me pasó nunca fue ser apegada al libro en
sí, hay algunos que los conservo para volver a leer, pero no mucho más. En mi
familia me miran raro cuando digo eso, porque es como un bien preciado es TU
libro, pero de todas formas ni siquiera
necesito comprarlos. Generalmente, los pido prestados o los leo directamente en
las librerías porque tengo bastante tiempo libre que paso en Cabildo esperando
que sea la hora para ir a otro lugar. Un año, devoré toda una saga de mitología
griega sentada en la librería Cúspide de Cabildo y Sucre. No soy muy apegada,
entonces, por eso los presto y los regalo, tengo muchos que todavía no toqué y
siguen apareciendo. Lo que tiene de malo este hábito es que, también, los
subrayo y escribo mucho, con los prestados tengo que escribir las frases en
otro lado y con los míos me arriesgo a que el próximo lector averigüe cuales
fueron mis pensamientos.
En este momento, que trato de recordar mi historia con los
libros, me doy cuenta de cómo fue cambiando todo. Es decir, de chiquita me leía
mi papá haciendo las voces de los personajes y actuando algunas escenas
mientras yo le pedía que lea bien y que deje de hacer tantos chistes, después
empecé a leer sola y me compraron un puff así que me sentaba ahí y leía horas y
horas, desde hace un tiempo a esta parte mis horarios se volvieron más
revueltos creo y ahora uso el bondi como mi nuevo puff, debe ser porque paso
mucho tiempo viajando. Puedo decir que todavía me siento a veces en la cama o
antes de dormir la siesta o al sol, siempre con algo para comer y muchas veces
manchando las páginas. Últimamente, también he leído algunos libros a partir de
un archivo, así en la computadora, a esos los termino rápido porque paso mucho
tiempo frente a la pantalla diariamente y ya es como una costumbre, pero
igualmente me hacen doler la cabeza, así que no es siempre una buena opción.
Me gusta leer, aunque a veces no encuentro qué, otras veces
agarro algo solo porque es muy conocido y no se puede no leer, pero
generalmente esos los dejo, supongo que en un futuro me van a gustar más. En
ocasiones, leo algunas cosas como un reto a mí misma, pero si no es por placer
la mayoría de las veces no funciona, algo así me pasó con “El señor de los
anillos”, con el cual lentamente voy avanzando. Con respecto a este tema en el
colegio, me cuestan mucho los libros que nos dan, con excepción de 1984, creo
que eso me pasa porque no los elijo yo y entonces desde el principio ya los miro
con mala cara. Igual, en particular me parece genial que nos den esta tarea,
aunque me gustaría tomármela diferente y poder disfrutarlos de verdad o tratar
de buscar en ellos algo que me interese.
Al releer todo lo que escribí puedo ver por qué leo, y estoy
segura que es principalmente gracias a mis papás, en casa siempre hubo muchos libros, son una
de las cosas que jamás me negaron comprarme. Tengo recuerdos de todos los
integrantes de mi familia leyendo, en las vacaciones, en el living… Creo que todos
ellos me trasmitieron las cosas increíbles que puedo encontrar en un libro y
por qué puede llegar a ser un placer tan grande.
Yo junto a los libros - Melania Sotniczuk
El primer libro que recuerdo haber leído fue "Natacha" de Luis Maria Pescetti, quien supongo que fue mi autor preferido, ya que también leí otros de sus libros, como "Buenisimo Natacha", "Frin" y "Lejos de Frin".
Todos los libros que leí hasta ahora, los leí en su versión en español, excepto algunos del colegio que estaban en inglés. No recuerdo haber prestado nunca un libro, no porque no quisiera, sino porque a los míos me gusta tenerlos siempre a mano por si quiero leerlos. Una vez intenté leer un libro por internet y no pude siquiera terminar el primer capítulo porque siento que no es lo mismo que tenerlo en mis manos, el libro en papel me gusta más.
Generalmente leo antes de dormir o cuando estoy sola, esos creo que son mis mejores momentos para leer. Leo en lugares cerrados y en silencio, cualquier ruido me distrae. Leer en el subte, en el colectivo o cualquier lugar público me es imposible, el tránsito y las personas me distraen.
En mi biblioteca personal tengo libros que me gustan mucho y los leo seguido, y tengo otros guardados que leí alguna vez pero que no creo que vuelva a leer. No se si tengo un género literario preferido, me gustan algunos más, algunos menos, pero son todos bienvenidos.
Cuando leí "Crepúsculo" de Stephenie Meyer (uno de mis libros preferidos y mi autora preferida) me gustó mucho mas leer y seguí con el resto de la saga, no tanto por el contenido de la misma, sino por cómo están narrados cada uno de ellos, que es lo que mas me gusta. Éste libro también, creo yo, fue lo que produjo mi impresión hacia la sangre hasta el día de hoy, la autora describe tan bien como se siente la protagonista al ver sangre que me transmitió esa misma sensación. Nunca pude terminar de leer "El sabueso de los Baskerville" de Arthur Conan Doyle, me intriga el final pero siempre que lo leo llego a la misma parte y lo dejo. A veces pienso que el hecho de que me obliguen a leer un libro no produciría el mismo efecto que leerlo por decisión propia, y así es, pero a veces así descubro una historia que termina encantandome, como me pasó con "El guardián entre el centeno" de J. D. Salinger.
Me encanta marcar páginas y subrayar las frases que más me gustan y después de terminar de leer el libro, releo eso que mas me llamó la atención. Leo porque creo que en cada libro, en cada historia, existe un mundo diferente y que me puedo meter en él, permaneciendo a la vez en la realidad. Siempre que leo un libro, la intriga está muy presente, y me adelanto unas paginas, leo algo, y vuelvo a donde estaba.
Y siempre, pero siempre, antes de empezar un libro, leo la última oración, del último capítulo.
Todos los libros que leí hasta ahora, los leí en su versión en español, excepto algunos del colegio que estaban en inglés. No recuerdo haber prestado nunca un libro, no porque no quisiera, sino porque a los míos me gusta tenerlos siempre a mano por si quiero leerlos. Una vez intenté leer un libro por internet y no pude siquiera terminar el primer capítulo porque siento que no es lo mismo que tenerlo en mis manos, el libro en papel me gusta más.
Generalmente leo antes de dormir o cuando estoy sola, esos creo que son mis mejores momentos para leer. Leo en lugares cerrados y en silencio, cualquier ruido me distrae. Leer en el subte, en el colectivo o cualquier lugar público me es imposible, el tránsito y las personas me distraen.
En mi biblioteca personal tengo libros que me gustan mucho y los leo seguido, y tengo otros guardados que leí alguna vez pero que no creo que vuelva a leer. No se si tengo un género literario preferido, me gustan algunos más, algunos menos, pero son todos bienvenidos.
Cuando leí "Crepúsculo" de Stephenie Meyer (uno de mis libros preferidos y mi autora preferida) me gustó mucho mas leer y seguí con el resto de la saga, no tanto por el contenido de la misma, sino por cómo están narrados cada uno de ellos, que es lo que mas me gusta. Éste libro también, creo yo, fue lo que produjo mi impresión hacia la sangre hasta el día de hoy, la autora describe tan bien como se siente la protagonista al ver sangre que me transmitió esa misma sensación. Nunca pude terminar de leer "El sabueso de los Baskerville" de Arthur Conan Doyle, me intriga el final pero siempre que lo leo llego a la misma parte y lo dejo. A veces pienso que el hecho de que me obliguen a leer un libro no produciría el mismo efecto que leerlo por decisión propia, y así es, pero a veces así descubro una historia que termina encantandome, como me pasó con "El guardián entre el centeno" de J. D. Salinger.
Me encanta marcar páginas y subrayar las frases que más me gustan y después de terminar de leer el libro, releo eso que mas me llamó la atención. Leo porque creo que en cada libro, en cada historia, existe un mundo diferente y que me puedo meter en él, permaneciendo a la vez en la realidad. Siempre que leo un libro, la intriga está muy presente, y me adelanto unas paginas, leo algo, y vuelvo a donde estaba.
Y siempre, pero siempre, antes de empezar un libro, leo la última oración, del último capítulo.
viernes, 29 de marzo de 2013
Al Pasar El Tiempo - Emilia Vega
En mi
vida hay épocas, etapas caracterizadas por algo en especial. Momentos y
elementos imprescindibles en mi forma de ser. La lectura y la literatura son
una de esas cosas que me atraviesan, desde mi niñez temprana hasta la
niñez/adolescencia de hoy en día.
“La gallina Carolina, corre, salta,
camina. Ha dejado el gallinero y va en busca del granjero…”.
Ese es mi primer recuerdo, un libro infantil titulado “Carolina en la Granja”,
que todavía está dando vueltas en mi habitación. Leído a solas, o con mi mamá,
antes era común y cotidiano, pero ahora pertenece junto con otros libritos
inolvidables, a una caja en mi ropero.
En
casa de mis abuelos, había una colección de libros para niños, llamada “Gran
Enciclopedia de los Pequeños”, que había pertenecido a mi mamá en su niñez y
que luego fue mía. Cuando me quedaba a dormir, mi abuelo, antes de dormir me
leía un capítulo de alguna de esas, el que yo quisiera. Tenía ilustraciones
bellísimas. Esa fue mi primera puerta al mundo, supongo.
Fue
en el jardín de infantes que me definí como lectora de biblioteca. Me
prestaban libritos de la pequeña
biblioteca del jardín. Aunque ahora mismo no concurra a ninguna, (porque con los
libros que hay en casa tengo para entretenerme todavía) desde el verano en el
que iba a empezar la primaria, hasta hace unos dos años, era socia de la
biblioteca popular Cornelio Saavedra. Era sensacional elegir, traer a casa,
comentar, y luego leer. Leer de noche. Leer por placer. Siempre leí antes de
dormir. Era inusual que lo hiciera en otro momento del día. Ahora el cansancio
lo hace imposible.
Leo
mucho menos que en mis años de primaria. Me da pena, porque realmente
disfrutaba de la lectura. Leo en mi cuarto, en el colegio, en el colectivo. No
puedo leer en presencia de ciertas personas, o algunas situaciones, porque me
desconcentro muy fácilmente. Intento terminar los libros que elijo comenzar,
pero estos últimos años me cuesta. Voy lento, no me engancho como antes. De
todas formas, no me preocupa, porque conozco la causa de este trastorno. Hace
dos años, cambié mi forma de leer. Y no solo libros, sino música, y también de
hacer música. Quizás hace cinco años, leía varios libros al mes, pero luego de
terminarlo, olvidaba el contenido. No todo, me quedaba una vaga idea del
conflicto principal, pero los finales se me escapaban siempre. Lo mismo pasaba con las piezas que tocaba: la
leía, la estudiaba, perfeccionaba un poco la interpretación, y listo, a otra
cosa. Nunca tocaba de memoria, y luego, si quería tocar alguna de nuevo, tenía
que volver a hacer el mismo proceso de lectura para acordarme un poco, y
volverla a estudiar. Con el último profesor de piano que tuve, comencé planteándole
mi problema: me angustiaba no poder recordar las cosas que toqué hace más de un
año. Allí comenzó el proceso de aprender a analizar la obra al mismo tiempo de
leerla y estudiarla, para luego interpretarla de memoria, sin la ayuda de la
partitura. Eso le dio una nueva estructura a mi forma de leer literatura, se me
hizo mucho más difícil y complejo, como también llegar a interpretar una pieza
según mis nuevas aspiraciones. Los libros que comencé a elegir no eran tan
ligeros como antes. Pero ahora, aunque me cueste terminar mis lecturas y muchas
las abandono simplemente porque no encuentro el deseo de leer, sé que en cada
lectura aprendo algo nuevo que permanece conmigo en mi memoria, como también
así lo hace la música que hago. Es un esfuerzo, pero muy satisfactorio.
Mi
autor favorito de niña, es Elsa Bornemann. Ese fue, al menos, el primer nombre
que se me vino a la mente. Después aparecen Luis Pescetti, Graciela Cabal,
María Inés Falconi, Graciela Montes, Roald Dahl, María Brandán Araoz, María
Elena Walsh y varios otros que están en la biblioteca de mi cuarto. Biblioteca
de los libros comprados. También me solían gustar mucho los policiales, y los
de terror. Ahora no tengo un género literario favorito, así como tampoco un
autor predilecto. Me intereso en los libros que me recomiendan, en los clásicos
universales. Trato de cubrir el espectro, ampliarlo. Hace poco terminé, luego de casi un año de
tenerlo abandonado (¡¡Más no olvidado!!) “Los Miserables”. Ese libro cambió un
poco mi vida, y haberlo terminado lo considero como una hazaña. Otro libro que
cambió cosas fue “Los señores Moc y Poc” de Pescetti, y también “El Mundo de
Sofía” de Gaardner. Un libro de los tantos que no pude terminar de leer, es
“Rayuela”. Fue hace tres o cuatro años. Me lancé a sus brazos, muy encantada,
pero dudo que realmente lo estuviera leyendo. Elegí el camino corto, y para el
capítulo 48, empezó a perder el sentido. Obviamente no lo entendí como debiera
ser. Lo dejé, y nunca más lo retomé. Quizás ahora o dentro de un tiempo sea el
momento oportuno para volverlo a leer desde el comienzo, y esta vez, hacer la
rayuela.
Cuando
empiezo un libro, me detengo en la contratapa, y después leo todo lineal mente
sin saltear nada, desde la dedicatoria, pasando por el prólogo, hasta el índice
final. Por último lo cierro, y contemplo la tapa, a modo de despedida.
La
lectura obligatoria no lo es para mí. Uno siempre puede elegir leer o no. Leer
por deber es más que algo desagradable; es un desafío, pero al final lo termino
disfrutando. Si trato de averiguar qué sentido puede tener la literatura en la
escuela, no lo encuentro, porque para mí la literatura es algo que sirve o no a
cada persona, el sentido parte de nosotros. Y si la idea es que la literatura
nos ayude en nuestra formación cultural y moral, estoy totalmente de acuerdo.
Pero cuando en las clases, se ha analizado, discutido, hablado acerca de las
lecturas obligatorias que tuvimos, nunca
se habló del efecto que tuvo el libro en cada uno, nunca se compartió la
intimidad de la lectura, como pretende hacer esta biografía. Más valioso y enriquecedor,
sería analizar cómo se relaciona el libro con nosotros, los lectores, más que
contemplarlo solamente como algo ajeno y únicamente propio al autor y el
contexto en el que fue escrito. Ese es el sentido que debería tener la
literatura en la escuela. Es sorprendente cómo un objeto, que contiene una fracción de la esencia de una persona desconocida, (que quizás ni siquiera es contemporánea a
nosotros), modifica nuestra vida, nuestra forma de pensar, a través de algo tan poco
común (y al mismo tiempo muy común) y fantástico como es creer en la mentira de la ficción. Confiar
ciegamente en una realidad lejana a la nuestra, darnos el tiempo de conocer a
personajes que realmente no existieron, si no fuera por la vida que le dio el
autor y también nosotros, que se la volvemos a dar. Llegar a disfrutar de eso que nos involucra sin darnos cuenta. Hay varios muchos que
seguramente pensaron esto. Después de todo, fantasear, usar la imaginación
nunca es malo; es más, es necesario.
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