domingo, 31 de marzo de 2013

Amiga y Desamiga de los libros- Paloma Garcia Tuñon

 La verdad no soy muy amante de la lectura, pero si tengo muy buenos recuerdos relacionados con ella. Según me cuenta y un poco me acuerdo cuando era chica me encantaba leer, me sentaba sola en rincones y me devoraba libros, de chicos, pero libros al fin.   
El primer libro que recuerdo haber leído fue "Estrafalario", me encantaba, lo leía siempre que podía  es el día de hoy que lo sigo conservando.     
La verdad no suelo prestar libros, tengo un gusto que no a mucha gente le gusta, amo los libros policiales, suspenso y terror. Los dos escritores que mas me gustan son Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle. Por otro lado, me gustan mucho los libros de matemática  principalmente "Matemática estas ahí?" de Adrian Paenza.    
Si hay algo que no me gustas es que me obliguen a leer, y mas si son libros que no me atrapan en absoluto. Los libros para que me gusten tiene que ser atrapantes y dinámicos.    Hay muchos libros que nunca pude terminar de leer, por ejemplo "El diario de Ana Frank" y "1984". 
Mi lugar de lectura favorito es mi cama, me siento cómoda y liberada, eso de sentarme en sillas no me entretiene me aburre.   
Cuando leo normalmente es porque me intriga el libro. 

Un viaje hacia mi propia mente-Delfina Candi Tormos

 "¿Qué es un libro?" Es algo que no solemos preguntarnos ya que no le damos mucha importancia, pero si nos ponemos a pensar una respuesta podríamos decir que cada persona tiene su propia conclusión; Para mi un libro es una escapatoria de la realidad,  a veces buena, a veces rara o inusuales para nosotros.
 Cuando somos chicos solemos elegir los libros de acuerdo a el color de la tapa o la textura que tienen, después de eso no importa la historia en sí, es más como un especie de juguete que un libro. Pero después nos damos cuenta que te dejan enseñanzas y en cierto modo nos "preparan"  para cuando seamos mayores, como el cuento "Babau el perrito trabajador", entre otros.
  Leí muchos libros de muchos géneros y de muchos autores, algunos por interés y otros porque me obligaban en el colegio, lo cual realmente odio, bueno, en verdad no me molesta leerlo en sí, sino, que me molesta que leer por obligación y en un determinado tiempo. Yo creo que los mejores libros que leí fueron los que encontré en una biblioteca vieja o los que llegaron a mi por una razón X. El libro que más me gustó fue "En la línea recta" de  Martín Blasco y a ese le sigue  otro que se llama "Face" de Benjamín Zephaniah. El libro "En la línea recta" lo encontré en una biblioteca de mi casa que no sé porqué estaba allí, pero al instante que leí la primera página  me atrapó profundamente. El libro "Face" lo leímos en el  instituto de inglés al que voy. Suelo leer al rededor de tres libros en inglés por año, creo que leer libros en inglés te abre muchísimo la mente porque aprendes nuevas formas de redacción y bueno, obviamente cultura de otros países.
  Por lo general cuando termino de leer un libro lo regalo o lo presto, no me gusta conservar libros que ya leí sólo para demostrar que los leí, no sé si me explico, pero me fastidia ir a la casa de una persona que   te muestra su biblioteca y te dice "¿Viste cuantos libros?  Y todos están  leídos" La verdad no sé porque les parece interesante mostrarle a la gente cuantos libros leyó, es como si quisieran demostrar su grado de cultura o de inteligencia, lo cual es totalmente ridículo. Aparte no me gusta guardarlos y que se me llenen de polvo, sólo guardo los libros que me transportaron de verdad a otro mundo, los puedo llegar a leer dos o hasta tres veces seguidas.
 Me encanta regalar y que me regalen libros, lo encuentro totalmente fascinante, porque un libro no se regala o se presta porque sí, quiero decir, la persona sabe que ese libro se puede llegar a relacionar con vos, es como que hay que conocer muy bien a la persona para regalarle un libro, cosa que no muchos pueden hacer.
 No suelo marcar los libros, sino que si me gusta alguna frase o escena lo copio en una hoja y luego la guardo o la pongo en mi afiche, ya que si después presto o regalo  el libro, me gusta que la otra persona tenga la posibilidad de marcar o hacer lo que ella quiera con el libro, sin que esté atado a alguna frase.
 Soy abierta a cualquier tipo de libro, me gusta apreciar cada uno de los libros sin importa de que género sean.Los libros no los elijo de un  tema o género específico, es decir, si voy a una librería o a una biblioteca, no voy a una sección determinada, sino que voy leyendo contratapas y si alguno me llama la atención lo compro.
 En fin creo que un libro es  la manera por la cual aprendemos cosas, y el cual nos lleva a un viaje dentro de nuestra propia mente.

 "Martin says to Anthony, ‘It’s not the winning that matters, or even the taking part. For me, it’s the being here. Today I’m the winner.’ "  Face- Benjamín Zephaniah.

  "Miro adentro y veo que llegó Laura. Me saluda con la mano y le respondo. Hoy voy  a besarla y ella lo sabe. Ambos sonreímos. Recuerdo perfectamente a mi padre. Recuerdo cómo se movía, cómo respiraba, cómo era el tono de su voz y cómo se le revolvía el pelo. Apoyo  mi mano en el árbol y es como si pudiera verlo. Laura me espera. Voy a entrar. Mi nombre es Damián. El 24 de febrero murió mi papá. Y la vida sigue." En la línea recta- Martín Blasco.

Historias de libros-Emilia Holstein


Si pienso en libros creo que lo primero que se me viene a la mente es el desorden de mi cuarto, básicamente porque está lleno de ellos, hay de muchos tipos y por todos lados, están los que no pude terminar de leer y los que no empecé, hay algunos de los que ya leí y muchos de los que me da mi abuela porque dice que “hay algo ahí que seguro me va a gustar”.
Entre el desorden, se encuentra el principito, es uno de los que más me gustaba cuando era chiquita. En realidad no leía el libro, tenía un cassette con el libro grabado, así que más que todo me acuerdo de la voz del lector, aunque cada vez que lo leo me suena diferente. Nunca pude terminar de escuchar la parte en que la serpiente lo muerde para que pueda regresar a su planeta.
De cuando tenía como cinco o seis años, también me acuerdo de “La princesa y el guisante”, que fue el primer libro que leí entero sola, era enorme para mi…tenía como seis páginas! Hasta tengo presente el momento en que lo terminé y fui gritando al living que lo había hecho solita.
Creo que es necesario mencionar a María Elena Walsh, que fue una de las autoras que más leí cuando era chica, aunque nunca les presté mucha atención a los autores. Tenía un par de ediciones medio arruinadas de “Cuentos de gulubu” y “Tutú marambá”. Igual, lo que más me gustaba era que me inventaran historias a partir del personaje de Felipito Tacatun, porque los libros se me quedaban cortos después de haberlos escuchado tantas veces.
Siempre amé y creo que me va a seguir encantando “Las mil y una noches”, el librito viejo de mi mamá que tiene los mil y uno, me parecían geniales las comidas y los títulos de nobleza árabes y toda esa cultura tan diferente, me encantaban los mercados y que las casas tenían muchos almohadones y muebles de ebano. También, me interesaban los de caballeros, príncipes y dragones, aunque entre los libros de mi casa no había muchos, creo que de eso vi más películas.
En un momento, me fascinaron los policiales y de esos sí que hay en todos lados, leí de Agatha Christie unos pocos, de Doyle y una seríe que era de detectives adolescentes que viajaban por la Argentina resolviendo casos. Además, en ese momento, empecé a aprender inglés y con eso, también a leer un poco, me costaban bastante pero al final logre entender cómo se resolvían los casos.
Nunca tuve un autor favorito, aunque le agradezco a muchas personas por algunas de sus obras, eso también debe ser porque nunca leo mucho de la misma persona y tampoco me acuerdo de los autores generalmente.  Hasta hace poco pensé que tampoco tenía libro favorito, el último era casi siempre el mejor, pero este verano conocí  a “La ladrona de libros” de Mark Zusak  (de este si me acuerdo), tarde mucho en terminarlo y lloré mucho en el proceso. No lo volvería a leer igual, me gusta como lo recuerdo, me encantaba que tuviera un narrador tan extraño y los puntos de vista desde los que contaba la historia, me gustaba que los que siempre son los malos se humanizaran un poco y que naturalizara tanto algunos aspectos de la vida y la muerte. Es un libro que recomendaría, pero todavía no encontré alguien que lo pueda apreciar del todo.
Algo que tampoco me pasó nunca fue ser apegada al libro en sí, hay algunos que los conservo para volver a leer, pero no mucho más. En mi familia me miran raro cuando digo eso, porque es como un bien preciado es TU libro,  pero de todas formas ni siquiera necesito comprarlos. Generalmente, los pido prestados o los leo directamente en las librerías porque tengo bastante tiempo libre que paso en Cabildo esperando que sea la hora para ir a otro lugar. Un año, devoré toda una saga de mitología griega sentada en la librería Cúspide de Cabildo y Sucre. No soy muy apegada, entonces, por eso los presto y los regalo, tengo muchos que todavía no toqué y siguen apareciendo. Lo que tiene de malo este hábito es que, también, los subrayo y escribo mucho, con los prestados tengo que escribir las frases en otro lado y con los míos me arriesgo a que el próximo lector averigüe cuales fueron mis pensamientos.
En este momento, que trato de recordar mi historia con los libros, me doy cuenta de cómo fue cambiando todo. Es decir, de chiquita me leía mi papá haciendo las voces de los personajes y actuando algunas escenas mientras yo le pedía que lea bien y que deje de hacer tantos chistes, después empecé a leer sola y me compraron un puff así que me sentaba ahí y leía horas y horas, desde hace un tiempo a esta parte mis horarios se volvieron más revueltos creo y ahora uso el bondi como mi nuevo puff, debe ser porque paso mucho tiempo viajando. Puedo decir que todavía me siento a veces en la cama o antes de dormir la siesta o al sol, siempre con algo para comer y muchas veces manchando las páginas. Últimamente, también he leído algunos libros a partir de un archivo, así en la computadora, a esos los termino rápido porque paso mucho tiempo frente a la pantalla diariamente y ya es como una costumbre, pero igualmente me hacen doler la cabeza, así que no es siempre una buena opción.
Me gusta leer, aunque a veces no encuentro qué, otras veces agarro algo solo porque es muy conocido y no se puede no leer, pero generalmente esos los dejo, supongo que en un futuro me van a gustar más. En ocasiones, leo algunas cosas como un reto a mí misma, pero si no es por placer la mayoría de las veces no funciona, algo así me pasó con “El señor de los anillos”, con el cual lentamente voy avanzando. Con respecto a este tema en el colegio, me cuestan mucho los libros que nos dan, con excepción de 1984, creo que eso me pasa porque no los elijo yo y entonces desde el principio ya los miro con mala cara. Igual, en particular me parece genial que nos den esta tarea, aunque me gustaría tomármela diferente y poder disfrutarlos de verdad o tratar de buscar en ellos algo que me interese.
Al releer todo lo que escribí puedo ver por qué leo, y estoy segura que es principalmente gracias a mis papás, en casa siempre hubo muchos libros, son una de las cosas que jamás me negaron comprarme. Tengo recuerdos de todos los integrantes de mi familia leyendo, en las vacaciones, en el living… Creo que todos ellos me trasmitieron las cosas increíbles que puedo encontrar en un libro y por qué puede llegar a ser un placer tan grande. 


Yo junto a los libros - Melania Sotniczuk

 El primer libro que recuerdo haber leído fue "Natacha" de Luis Maria Pescetti, quien supongo que fue mi autor preferido, ya que también leí otros de sus libros, como "Buenisimo Natacha", "Frin" y "Lejos de Frin".
 Todos los libros que leí hasta ahora, los leí en su versión en español, excepto algunos del colegio que estaban en inglés. No recuerdo haber prestado nunca un libro, no porque no quisiera, sino porque a los míos me gusta tenerlos siempre a mano por si quiero leerlos. Una vez intenté leer un libro por internet y no pude siquiera terminar el primer capítulo porque siento que no es lo mismo que tenerlo en mis manos, el libro en papel me gusta más.
 Generalmente leo antes de dormir o cuando estoy sola, esos creo que son mis mejores momentos para leer. Leo en lugares cerrados y en silencio, cualquier ruido me distrae. Leer en el subte, en el colectivo o cualquier lugar público me es imposible, el tránsito y las personas me distraen.
 En mi biblioteca personal tengo libros que me gustan mucho y los leo seguido, y tengo otros guardados que leí alguna vez pero que no creo que vuelva a leer. No se si tengo un género literario preferido, me gustan algunos más, algunos menos, pero son todos bienvenidos. 
 Cuando leí "Crepúsculo" de Stephenie Meyer (uno de mis libros preferidos y mi autora preferida) me gustó mucho mas leer y seguí con el resto de la saga, no tanto por el contenido de la misma, sino por cómo están narrados cada uno de ellos, que es lo que mas me gusta. Éste libro también, creo yo, fue lo que produjo mi impresión hacia la sangre hasta el día de hoy, la autora describe tan bien como se siente la protagonista al ver sangre que me transmitió esa misma sensación. Nunca pude terminar de leer "El sabueso de los Baskerville" de Arthur Conan Doyle, me intriga el final pero siempre que lo leo llego a la misma parte y lo dejo. A veces pienso que el hecho de que me obliguen a leer un libro no produciría el mismo efecto que leerlo por decisión propia, y así es, pero a veces así descubro una historia que termina encantandome, como me pasó con "El guardián entre el centeno" de J. D. Salinger
 Me encanta marcar páginas y subrayar las frases que más me gustan y después de terminar de leer el libro, releo eso que mas me llamó la atención. Leo porque creo que en cada libro, en cada historia, existe un mundo diferente y que me puedo meter en él, permaneciendo a la vez en la realidad. Siempre que leo un libro, la intriga está muy presente, y me adelanto unas paginas, leo algo, y vuelvo a donde estaba.
 Y siempre, pero siempre, antes de empezar un libro, leo la última oración, del último capítulo.
















viernes, 29 de marzo de 2013

Al Pasar El Tiempo - Emilia Vega



En mi vida hay épocas, etapas caracterizadas por algo en especial. Momentos y elementos imprescindibles en mi forma de ser. La lectura y la literatura son una de esas cosas que me atraviesan, desde mi niñez temprana hasta la niñez/adolescencia de hoy en día.

“La gallina Carolina, corre, salta, camina. Ha dejado el gallinero y va en busca del granjero…”. Ese es mi primer recuerdo, un libro infantil titulado “Carolina en la Granja”, que todavía está dando vueltas en mi habitación. Leído a solas, o con mi mamá, antes era común y cotidiano, pero ahora pertenece junto con otros libritos inolvidables, a una caja en mi ropero.

En casa de mis abuelos, había una colección de libros para niños, llamada “Gran Enciclopedia de los Pequeños”, que había pertenecido a mi mamá en su niñez y que luego fue mía. Cuando me quedaba a dormir, mi abuelo, antes de dormir me leía un capítulo de alguna de esas, el que yo quisiera. Tenía ilustraciones bellísimas. Esa fue mi primera puerta al mundo, supongo.

Fue en el jardín de infantes que me definí como lectora de biblioteca. Me prestaban  libritos de la pequeña biblioteca del jardín. Aunque ahora mismo no concurra a ninguna, (porque con los libros que hay en casa tengo para entretenerme todavía) desde el verano en el que iba a empezar la primaria, hasta hace unos dos años, era socia de la biblioteca popular Cornelio Saavedra. Era sensacional elegir, traer a casa, comentar, y luego leer. Leer de noche. Leer por placer. Siempre leí antes de dormir. Era inusual que lo hiciera en otro momento del día. Ahora el cansancio lo hace imposible.

Leo mucho menos que en mis años de primaria. Me da pena, porque realmente disfrutaba de la lectura. Leo en mi cuarto, en el colegio, en el colectivo. No puedo leer en presencia de ciertas personas, o algunas situaciones, porque me desconcentro muy fácilmente. Intento terminar los libros que elijo comenzar, pero estos últimos años me cuesta. Voy lento, no me engancho como antes. De todas formas, no me preocupa, porque conozco la causa de este trastorno. Hace dos años, cambié mi forma de leer. Y no solo libros, sino música, y también de hacer música. Quizás hace cinco años, leía varios libros al mes, pero luego de terminarlo, olvidaba el contenido. No todo, me quedaba una vaga idea del conflicto principal, pero los finales se me escapaban siempre.  Lo mismo pasaba con las piezas que tocaba: la leía, la estudiaba, perfeccionaba un poco la interpretación, y listo, a otra cosa. Nunca tocaba de memoria, y luego, si quería tocar alguna de nuevo, tenía que volver a hacer el mismo proceso de lectura para acordarme un poco, y volverla a estudiar. Con el último profesor de piano que tuve, comencé planteándole mi problema: me angustiaba no poder recordar las cosas que toqué hace más de un año. Allí comenzó el proceso de aprender a analizar la obra al mismo tiempo de leerla y estudiarla, para luego interpretarla de memoria, sin la ayuda de la partitura. Eso le dio una nueva estructura a mi forma de leer literatura, se me hizo mucho más difícil y complejo, como también llegar a interpretar una pieza según mis nuevas aspiraciones. Los libros que comencé a elegir no eran tan ligeros como antes. Pero ahora, aunque me cueste terminar mis lecturas y muchas las abandono simplemente porque no encuentro el deseo de leer, sé que en cada lectura aprendo algo nuevo que permanece conmigo en mi memoria, como también así lo hace la música que hago. Es un esfuerzo, pero muy satisfactorio.

Mi autor favorito de niña, es Elsa Bornemann. Ese fue, al menos, el primer nombre que se me vino a la mente. Después aparecen Luis Pescetti, Graciela Cabal, María Inés Falconi, Graciela Montes, Roald Dahl, María Brandán Araoz, María Elena Walsh y varios otros que están en la biblioteca de mi cuarto. Biblioteca de los libros comprados. También me solían gustar mucho los policiales, y los de terror. Ahora no tengo un género literario favorito, así como tampoco un autor predilecto. Me intereso en los libros que me recomiendan, en los clásicos universales. Trato de cubrir el espectro, ampliarlo.  Hace poco terminé, luego de casi un año de tenerlo abandonado (¡¡Más no olvidado!!) “Los Miserables”. Ese libro cambió un poco mi vida, y haberlo terminado lo considero como una hazaña. Otro libro que cambió cosas fue “Los señores Moc y Poc” de Pescetti, y también “El Mundo de Sofía” de Gaardner. Un libro de los tantos que no pude terminar de leer, es “Rayuela”. Fue hace tres o cuatro años. Me lancé a sus brazos, muy encantada, pero dudo que realmente lo estuviera leyendo. Elegí el camino corto, y para el capítulo 48, empezó a perder el sentido. Obviamente no lo entendí como debiera ser. Lo dejé, y nunca más lo retomé. Quizás ahora o dentro de un tiempo sea el momento oportuno para volverlo a leer desde el comienzo, y esta vez, hacer la rayuela.     

Cuando empiezo un libro, me detengo en la contratapa, y después leo todo lineal mente  sin saltear nada, desde la dedicatoria, pasando por el prólogo, hasta el índice final. Por último lo cierro, y contemplo la tapa, a modo de despedida.

La lectura obligatoria no lo es para mí. Uno siempre puede elegir leer o no. Leer por deber es más que algo desagradable; es un desafío, pero al final lo termino disfrutando. Si trato de averiguar qué sentido puede tener la literatura en la escuela, no lo encuentro, porque para mí la literatura es algo que sirve o no a cada persona, el sentido parte de nosotros. Y si la idea es que la literatura nos ayude en nuestra formación cultural y moral, estoy totalmente de acuerdo. Pero cuando en las clases, se ha analizado, discutido, hablado acerca de las lecturas obligatorias que tuvimos,  nunca se habló del efecto que tuvo el libro en cada uno, nunca se compartió la intimidad de la lectura, como pretende hacer esta biografía. Más valioso y enriquecedor, sería analizar cómo se relaciona el libro con nosotros, los lectores, más que contemplarlo solamente como algo ajeno y únicamente propio al autor y el contexto en el que fue escrito. Ese es el sentido que debería tener la literatura en la escuela. Es sorprendente cómo un objeto, que contiene una fracción de la esencia de una persona desconocida, (que quizás ni siquiera es contemporánea a nosotros), modifica nuestra vida, nuestra  forma de pensar, a través de algo tan poco común (y al mismo tiempo muy común) y fantástico como es creer en la mentira de la ficción. Confiar ciegamente en una realidad lejana a la nuestra, darnos el tiempo de conocer a personajes que realmente no existieron, si no fuera por la vida que le dio el autor y también nosotros, que se la volvemos a dar. Llegar a disfrutar de eso que nos involucra sin darnos cuenta. Hay varios muchos que seguramente pensaron esto. Después de todo, fantasear, usar la imaginación nunca es malo; es más, es necesario.